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lunes, 27 de diciembre de 2010

Déjala, es ELLA

Rechinan, rechinan...
Como si se oxidaran los dientes
Un ladrido adolescente, de aquellas malas épocas
El dolor de las calles vacías empiezan
Es medianoche, está húmedo... rechinan
El poste del frente parpadea por el ruido
Mujer, es tarde, para por un momento
Se desgarra la lengua entre los dientes
Y la ciudad se encoge en el luto
Casas, autos, basureros, postes defectuosos
Rechinan... las rejas tiemblan esta noche por esa boca
Casi no queda maquillaje en el ardor de sus ojos
Nadie se atreve a salir de sus hogares
Lo perdió
Madrugada de silencio para cada miembro de la ciudad
Se escuchan los gritos de dolor hasta el bosque limítrofe
Y las hojas tiemblan por esos dientes
Gatos se deslizan entre callejones oscuros esquivando el llanto
Santa verdad, santa mentira, hasta las campanas de la iglesia se callan
El por qué no basta, cualquier objeto, cualquier insecto comprende su dolor
Rechinan y rechinan mientras se ahoga en la ropa de sus hombros
Porque lo perdió, y nadie puede reponer esa pérdida
Aquella mujer, la de ésta medianoche
Poco sucede, pero todos la sentimos
Por eso callamos, por eso mismo no hay de qué apenarse
Nada más el silencio es quién puede acompañarla
Se apagó el poste
Sucede que se le acabaron los dientes y se quedó dormida... rechinan

El Alicurco

lunes, 6 de diciembre de 2010

Costras ancianas

Dejamos de ser niños cuando encaramos la nostalgia
Cuando la pelota descuerada del barrio empezó a girar a nuestras espaldas
Y dejamos de ver costras en los codos
Quedaron atrás los juegos seguros de manos y dientes
Llegó el día de las cicatrices
Vinieron pestes polares de deseos y carne
Las canas dan suspiro a los que todavía corren detrás de esa pelota
Hay quienes viven todavía calles del barrio embotelladas en recuerdos
Otros siguen persiguiendo con enojo aquel golpe que le deben en la nariz
Incluyendo a los viejos celosos de las plazas que lamentan sus mañanas
Sin olvidar a aquellos que aún viven sin bastón
Añejos recuerdos nos dejan las heridas rojas de infancia
Y el enfrentamiento del tiempo se vive con arrugas al momento de crecer

El Alicurco

sábado, 4 de diciembre de 2010

Inquilinos detestables

No toleraré que las mandíbulas de todos mis recuerdos me desgarren
Empezaré creando fantasmas futuros que peguen en mi frente un espejo
Pues tengo la voluntad para dejar en silencio al suspiro
Pueden irse bien lejos, todo lo que quieran
Cada viaje retrospectivo camina con correa detrás mío
Aunque mutilen con su compañía mis mañanas, la tarde o la noche estarán al resguardo
Si su tarea es vivir en los engranajes cerebrales, bien por ustedes
Sanguinarios de almohadas dulces, los sueños podrán hacerlos pesadillas
Pero nunca obtendrán una gota de realidad
Y si alimentan con penas y miedos su estadía en mis pensamientos, sosténganse
Porque no toleraré a viejos amargos como ustedes por acá

El Alicurco

domingo, 7 de noviembre de 2010

Salud y Soledad

Aterrizo el vino coagulado, espeso y con sabor a carbón
A mi mesa, a mi melancolía, a mi
Llenando la copa vacía, llenando mi cuerpo vacío
Dejando caer la cabeza sobre el vidrio oscuro de mi cuarto
Observando como la lluvia convierte un universo de gotas efímeras la noche
Mientras que mi parpadeo se vuelve cada vez más lento
Olvidando que existe la amargura, amargo, amargo vino
Y recordando que el tiempo se estira cuando bebo
Aplastando el dolor de una noche, acompañado de mi universo húmedo
Deviniendo cada gota, una sobre otra, con una copa tras otra
Elevando mi conciencia con cada sorbo, dejando pasar el dolor, disfrutando el silbido de la lluvia
Acompañándome, repitiendo otra velada conmigo
Sólo, con el corcho de la botella entre las uñas
Dejando pasar esta rabia amarga, cobijándome con esta melodía
Como si fuera una canción de cuna hecha para mí
¡Salud! a la ventana, a la botella, al corcho, a la copa y a mi soledad

El Alicurco

lunes, 25 de octubre de 2010

Trabajos simples

Intrépido uniforme de mentiroso
Muy fácil es hacer creer al resto un engaño
Que un cuchillo de verdad, afilado con dientes de empresario
Se desgarra primero el que cae por la presión de la masa
Y sólo queda feliz el que empasta sus poros con billetes
Los demás, unifórmense otra vez
Porque acá se acabaron para las personas

El Alicurco

viernes, 1 de octubre de 2010

Mi último ladrido

Rompí mi cama
Quemé mis fotos
Ayer maté a un perro
Caminé varias cuadras en la madrugada después de mis actos
Caminaba con los zapatos llenos de sangre
Podía escuchar los gemidos del animal por tres cuadras enteras, cada vez más profundos y lentos eran los ladridos
Parecía que me gritaba, tal vez, qué me dijo
Lo maté, y mi zapato izquierdo me delataba
También maté mi cama a golpes
Quemé a mi familia entera
El cuero de mi chaqueta olía a cigarro nocturno, impregnado y húmedo como decían las calles, fue un buen regalo de mi madre, debo admitirlo
Aquellas calles, si no hubiese estado con esa chaqueta que tanto me gusta, seguramente algún buen vecino me abría visto demacrando al pobre quiltro
Cuando maté a mi cama, tenía las manos descueradas, temblaban tanto, que en el momento no pude encender el cigarro después de ese primer acto
En fin, en mi familia son muchos... tantos, que me demoraría semanas en encargarme de ellos uno por uno
Decidí encenderlos, no fue fácil, mis manos aún temblaban mucho, por eso decidí ir a la cocina y encenderlos con los fósforos que me quedaban
Me quedó solo matar a uno
Al perro de mi hija, maldito animal
No pude matarlo, necesitaba un cigarro
Era un perro precioso, no puedo negarlo, pero odiaba sus ladridos en la noche, nunca ladraba
Ni a los perros, ni a los niños, ni a los viejos, a nadie
Sólo le ladraba a las sombras que se reflejaban en la noche, vaya perro guardián
En la foto salía mi hija abrazada con el canino, ella mirándolo con esa sonrisa de oreja a oreja, y el perro con los ojos perdidos, miraba a la cámara
Guardé la foto en mi chaqueta
Era de madrugada, lo sé, siempre me fijo en el brillo del pasto a esa hora, después de las doce, el pasto está perfectamente húmedo, agarra un brillo espectacular, parece un río calmo
Caminaba con esas luces que toman un color anaranjado, siempre por el pasto, con los zapatos húmedos y un chirrido a cada paso
Llevaba varias cuadras, me senté
Apareció el perro, viejo, con cara sufrida y además cojo de una pierna trasera
Pero tenía los ojos parecidos al perro de mi hija, esos ojos perdidos, de comprensión y pena
Vaya perro, bueno, tenía las manos vendadas y el frío hacía que me dolieran mucho las heridas que aún no cicatrizaban
Le arrojé una piedra cerca de su pie cojo
La agarró con el hocico y caminó hacia mí a un ritmo cojo, me trató de mirar con sus ojos perdidos, depositó la piedra en mi mano
Húmeda, blanca de baba... las heridas me dolieron mucho en ese momento, tanto, que pateé al perro con mi zapato izquierdo
Tan fuerte fue, que quedó inmóvil en el piso, movía sus pies para tratar de arrancar, pero su pie cojo se movía torpemente
Caminé hacia él, el pasto rechinó como nunca antes lo había escuchado
Con el mismo pie, una dos, tres, cuatro veces en el estómago
Le perforé el vientre
Comenzó a gemir, dos, tres veces más
Saqué un cigarro, saqué mi encendedor, intenté prenderlo, no funcionaba, debió ser por el clima tan frío que había
El pasto se entintó de sangre, poco a poco, esa especie de río sólido que se formaba en la noche, se convirtió en un río de sangre
Seguí mi rumbo, tenía cosas que hacer
El perro comenzó a gemir, seguía vivo, los perros del vecindario comenzaron a ladrar
No pude devolverme, me podría haber visto alguien que se despertó con los ladridos
Aún escuchaba como agonizaba el animal, ya llevaba varias cuadras
Los ladridos del vecindario fueron cada vez más fuertes
Casi un ataque, me mostraban sus dientes, rasguñaban las rejas de los portones y saltaban de un lado a otro
Dejé de escuchar al perro, pero estos otros eran tantos, que casi no se podía escuchar
Los vecinos empezaron a asomarse por las ventanas, se prendían las luces de las casas
Comencé a correr con los hombros encogidos, había alguien atrás, no volteé
Eran cuatro pies, no era humano, un perro
Poco sonoro, pero a gran velocidad, corrí más rápido
Se escuchaba más cerca, no era uno, eran más
Agarraron mi chaqueta, pude sentir el aire del hocico
Pude escapar, ya casi no estaba respirando, tenía cosas que hacer
Agarraron mi pierna izquierda, caí
Intenté levantarme, no pude, tenía la pierna desgarrada
Me levanté casi gateando, me agarró uno del cuello de la chaqueta
Cayó la foto de mi hija con el perro cerca mio con el impulso
Pude ver esos ojos perdidos, por última vez

El Alicurco

miércoles, 15 de septiembre de 2010

El cielo, los pájaros y la muerte

Que bien pensado fue el cielo
parecido a la conciencia de los pájaros
Su vinculación dual entre el vuelo y el viento
En el instante de los que mejor piensan son los que mejor vuelan
Porque la ignorancia es el mismo cielo
Y los instantes de sabiduría son efímeras
Tales como la misma conciencia, que muere como cualquier halcón
Pese a su gran facilidad para cazar serpientes con sus garras en la claridad del cielo, las plumas ceden con el tiempo, apagándose en las cenizas de los vientos
Está bien volar, está bien morir, está bien el cielo
Que las nubes exploten, en la inmensidad del cielo, y se acuesten con el viento
Porque el que vuela más cerca de las nubes se encuentra en el origen de las cosas
Aquel que vuela sólo por cazar y saciar el hambre, muere mirando el cielo despejado
Pero aquel que vive con alas extendidas, pidiendo siempre a las nubes de conciencia que los dejen gozar por un instante su vida y muerte
Es el que mejor danza con el cielo

jueves, 12 de agosto de 2010

Corrección, esto es un fraude

Que dicha la nuestra, mis ancestros
A lo más una mirada, sin rencores nos han dicho
No hay a quién alegar por nuestra suerte
Nos tenemos de la mano en nuestra soledad
Anillos en espera giran hacia abajo del tronco familiar
En la amargura de nuestras cenas
De vino barato, cosecha sin título
¡Queridos hermanos, escuchen!
Cuando llegue, encontrarán su famosa dicha
Y se creerán importantes para alguien
Escuchen otra vez, por favor
No olvidaremos jamás
Esas caras de olvido que ladran en nuestras sábanas
Ese tilde que nos recorría completos
Nada que hacer con esos pelos entre uñas
Y tampoco nada ancestros, ¡absolutamente nada!
Hay que esperar dicen, hay que comprender
Detendremos el tiempo para poder borrar, sanar
Debatamos contra el amor y los amores
Brindemos una y otra vez por lo que más queremos
Seamos cómplices entre nosotros, todos sabemos que somos parte de un juego de mujeres, que nuestra culpa es compartida
¿Somos entonces ancestros, parte de un mismo árbol sin ramas?
La vida de un ciclo, un gran árbol amargo que se quedó en otoño
Pueden decir entonces, en esta cena elegante, que fue por una mujer
Y que nuestra vida familiar es un tanto triste
Cuando escuchemos esa vida de discursos, esa vida de labios y hojas caídas, seremos primavera dentro de otoño.

martes, 20 de julio de 2010

Noche con estatuas

Y ahora entiendo en la parada de este cementerio de ángeles y vírgenes, el por qué la bebida atrae a aquellos que arrastran todo el día el silencio de sus vidas.
Además, es cosa de mirar en los fríos ojos de mis amigos de piedra y mármol, que solo me encuentro en miradas que petrifican menos que las reales.
Las estatuas desperfiladas esta noche callan más de los normal.
Porque ya no bastan caminatas solitarias por la playa, ni mirar los focos de madrugada, y aunque sepa que me encuentro solo, por alguna razón me llevo con estos falsos. Es más, los siento más que los propios que conozco que sí tienen carne.
Ya se han ido varios, y no quiero empezar a hablar de desiluciones, prefiero pensar que este estado nebuloso de tripas alocoholizadas pegan fuerte, más aún cuando las lágrimas caen solas, sin pregunta ni respuesta.
Y no entiendo como la caña de azúcar me traiciona de forma tal, que me hace recordar lo que me guardo todas las mañanas.
Aun así, me gusta pensar que las millones de luces blancas que esta noche giran en círculos perfectos, en una especie de mareo deleitante, me hacen compañía en la distorisión amarga y al menos me olvido de las costras rojas que dejó el vino en mis labios.
¿Quién se creen que soy?
¿Creen que por ser un hombre puedo esconder una mirada de piedra?
Pues bien, allá ustedes, estoy harto de que miren con condescendencia, qué mirada tan amarga, tan humana, deberían serlo.
Empieza la melodía del rocío, llorarán por sus tumbas, esos ojos petrificados son más sensibles que muchos otros conocidos, nunca mi señora me miró con esa melancolía divina, nunca antes la vida de calle nocturna me ha regalado tan bella mirada como ésta.
Y no se aflijan mañana, porque pronto estaremos juntos eternamente, y podrán mirarme así, con mucha ternurna, con esas figuras vírgenes. Podré recostarme con este frío en las húmedas tumbas ancestrales, que me compartan un espacio de muerte, más de algún difunto también murió por viejo y alcohólico.
Así me prestaré en un manto de dicha calavérica, bailaré con ustedes mis mojados amigos cuando las larvas terminen con mi cuerpo, saludaremos noches como ésta con mucho vino tinto y risas estáticas.
A lo mejor el día de mañana estaremos mejor, tal vez sin dolores hepáticos, tal vez sin vísceras , tal vez sin carne y sin vida. Pero lo que sí es seguro, es que mañana será una mañana de mucha resaca.

domingo, 27 de junio de 2010

El baile lento más largo

Ayer estaba sentado entre el vals
Con la pena callada
Era el único sentado entre tantos vestidos y ternos
Él, con su traje manchado de negro
Con las lágrimas en la garganta
Sentado en la penumbra del baile
Con los dedos temblorosos y torpes
Mirando su propia ignorancia en un salón de alegría
En el rechazo de su propia noche
Celebrando su soledad con un vaso vacío
Con la sombra que oculta sus ojos marginados
Sintiendo los pies cortados sin pista ni baile
Porque esta balada romántica se respira de a dos
Y los lentos hablan con el silencio
Él está consciente que nadie le habla
Menos, esta noche

El Alicurco

jueves, 3 de junio de 2010

Lo he perdido, señor

Y el niño sigue ahí, esperando
Sigue abandonado entre piernas y zapatos negros
Perdido en el frío del cemento
Asfixiado por el llanto y la rapidez de piernas que lo embisten
Zapatillas desabrochadas lo dejan en potencia de un golpe al piso
Pero sus gritos son perdidos por el gris
Sólo chillan las rejas de los portones
Con los ojos nublados de sombras ágiles
Sordo de los autos, preocupado de la mano que lo rescate
Con aliento de gasolina y cansado de piernas altas
Arrastrando sus zapatillas y cordones de herida
Siguiendo luces rojas cerca de las nubes
Esquivando lo que camine con maletas
Ignorando el parpadeo de las luces verdes
Ruedas congeladas al vapor de un freno
De un niño perdido, con zapatillas en el gris del piso
y cordones desabrochados
De bocinas distorsionadas en un eco
El sonido de las rejas vuelven a chillar,
por los gritos de las piernas altas,
en una tarde fría, de maletas y piernas, pero no de manos.

El Alicurco

domingo, 9 de mayo de 2010

Pan añejo

A veces tu cabeza nublada se deja de ideas estancadas.
A veces quieres mucho, nada en particular, sólo quieres.
Otras, sientes una pena tan grande que se te vacían los huesos.
En particular, las cosas efímeras son la fuente de tu amor.
Te enamoraste de alguien, no por lo que es, sino, por esa escena.
Te has quedado observando afuera, detrás del vidrio de la panadería, viendo como ella pide el kilo de pan para la once. No la escuchas, ni ella a ti, estás demasiado preocupado de sus manos, de lo que mira, de como mueve su boca en un silencio de calle.
Deseas que te mire, pero no tanto, solo basta con que ella esté allí, a esa hora de la tarde y en ese mismo lugar.
Piensas ahora en volver mañana, mejor aún, buscarla ahora mismo, darle el beso de su vida y no dejarla escapar jamás.
Esa fantasía te corrompe el sueño, un delirio en el que piensas cada vez que te pones las zapatillas. Ahora quieres suspirar, porque sabes que no está aquí contigo, está allá, probablemente comprado algo en la panadería, qué se yo, un dulce.
Pero prefieres mil veces ser ese dulce que estar acá, en tu pieza, que te sabe a nada, con esas zapatillas que todavía no atas.
Podrías salir corriendo ahora mismo e ir a buscarla, sabes que está allá esperando a que llegues tú, tal vez no sepa que existes, pero tú sí. Da un paso, tan solo uno fuera de tu pieza, ahora da ese mismo paso hasta la panadería, piensa en dos pasos simples, pasos que te conviertan en el dulce que ahora mismo debe estar metiéndose a la boca.
Qué escena la que has construido, acelera el paso, ese ahogamiento de sentirte volando es lo que esperaste toda la vida. Sácate una foto y mira como tus piernas se extienden hasta quedar ambas en el aire, como un caballo del derby.
No pares, no respires, no te ates las zapatillas, no sigas el ritmo, que no te paren las luces rojas, llega antes que se vaya, es la oportunidad.
Nunca te has sentido con tan poco equilibrio, a tan pocos metros, la vitrina te espera con el olor de la tarde a pan fresco. Si todo ese correr se hizo tan fácil, no dejes que tus piernas tiemblen ahora, nadie ha vomitado por el olor a pan de once.
Acércate, de a poco, ella tal vez nunca te ha visto, ese silencio de calle lo acabarás con tus temblorosas piernas. Sabrás su voz, no callará por la vitrina, sabes que esa voz la has escuchado en tus sueños, en tus mañanas y noches de zapatilla.
Algunas veces crees que el amor no viene a ser nada en particular, solo sientes que es amor.
A veces, sientes una pena tan grande, que sentarte afuera de la panadería es sentir que tus piernas ya no tienen huesos.
Otras veces prefieres que tu mente esté vacía de dulces, de tardes y de zapatillas.
Pero lo que sientes ahora mismo, es que el pan, está añejo.

viernes, 30 de abril de 2010

Noche invertida

Una figura desteñida de un color impropio, unida a alguien a quién no conoce.
No es el dueño el que vive en un cuerpo extraterrestre, unida por sus pies, separada por la luz, y apagada por la penumbra.
Su incomprensión es este mundo desconocido, repleto de espejos coloridos y de transparencias y objetos toscos hacen que cambie de forma.
Se alarga cuando tratan de intensificarla a lo lejos, ve mejor por las noches, y casi se ausenta en las mañanas. Si se pone borrosa, es porque alguien se pone a escribir en una tarde solitaria de su pasado.
Si es vista, es porque alguien camina por una calle solitaria y se encuentra mirando el suelo. Si se ve irregular es porque alguien ya ha caminado antes que esa persona por una playa de luna llena.
El cuerpo de color impropio, desconocido por los espejos, con aires de pies que levantan tierra y mueven piedras. La que camina detrás de los pies, lejos de alguien a quién está aferrada, y cuando trata de parecerse a la distancia de las cabezas y a los cuerpos ajenos.
La que se encuentra en chistes de mundo, en encuentros y desencuentros con su amo invertido. Pero en esas noches invertidas de luz y zancudos en los faroles, es una copia invertida que danza en ángulos indefinibles a esas horas de la madrugada en una plaza fría.

El Alicurco

martes, 27 de abril de 2010

El contrato de una sombra

Contrato de cenizas encendido y quemado por un mismo par de pies.
Encogerse en una esquina escuchando pisadas de distintos zapatos.
Discriminar aquellos pies en la calle paralela, tratar de alargar las uñas de mis zapatos para poder estar junto a ella.
Sentir las mangas quemadas, retomar las cenizas del papel sin firma, tratar de no chocar con alguna pierna ajena.
Que firme con el aliento, con sus labios, me basta con su huella digital entintada en las cenizas.
Porque aunque sé y sabemos que yo firmé mis declaraciones en lo que ahora se lleva el viento, nunca sabremos si el contrato uniría nuestras firmas por siempre.
Ahora admite tú que tus pisadas huelen a suela quemada, que desde esta esquina y todo el largo de la otra calle huele a ti.
Y aun que te acuerdes de mis mangas tocadas por tus manos, no recordarás que ahora mismo se están quemando. Tampoco recordarás estas cenizas, ni estos pies, y tal vez tampoco esta calle, ni menos esta esquina.
Los ojos pesados, ardientes, con pupilas dilatadas y estas pestañas quemadas se niegan ceder la danza de lo que fueron alguna vez, una hoja de compromiso.

El Alicurco

sábado, 3 de abril de 2010

Operaciones de ensueño

Siento un extraño mareo, la puerta está abierta. Hay una mosca rondando, ya ha pasado varias vueltas por los restos de la sopa.
Aún me siento cansado cómo para seguir su vuelo, los párpados palpitan, la garganta pica, y mucho. Si pudiera rasgarla por dentro, ni tragando grandes cantidades de saliva puedo aliviar la comezón.
Un techo parecido, tal vez un blanco más puro. Debo darle una retocada al mío, huele a pollo y zapallo, enfermante zumbido, maldito haz de luz que me da en la punta de la nariz.
Ahora tengo sed, tengo los labios como partidos, los dientes cubiertos por saliva viscosa. Debo llevar mucho tiempo dormido, pero aun que no pueda saber bien donde estoy, y los ojos están fuera de órbita y la garganta me da una rabia asquerosa, no recuerdo nada.
Lo último fue... no lo recuerdo bien, es cómo cuando te duchas y el espejo queda borroso por el vapor del agua caliente. Algo así cómo una mano blanca, una guante debe haber sido. Pero algo me encandiló, algo brillante, un sonido metálico.

Continuará...

Me declaro

Declaro que soy hombre
Sigo sin palabras con sentido
Trabalenguas de domingos en familia
Erección de cabellos mojados
Duchas largas
Pensamientos cortos
El agua hierve
y se evapora
Olor a pies de bosque
Barro seco
Declaro mi odio a las personas
Cenizas en agua
Piscina sin cloro
Y pestañas quemadas
Parpadeo doble, grieta desfigurada
Niños jugando a la medianoche
Tragando áspera saliva... duermo
Declaro ser humano

El Alicurco

domingo, 28 de marzo de 2010

Día del niño

Sala oscura
Grandes cortinas púpuras
Susurras en la sala
Asiento para dos
El polvo del suelo y asientos de madera
El anuncio de un lienzo sin ideas
Un paquete de guagüitas blancas y un juguete
Mi abuelo con pasta negra y gomina en el pelo
Sesenta años más que yo
Sonido constante, con una luz parpadeante
Suena cómo el pedaleo de rayos de una bicicleta oxidada
Comienza...
Una mirada
Un ronquido tenue en la mitad con la boca abierta
La impagable escena de un beso
El aplauso del final
Despertando, aplaude mientras corren los créditos
Se prenden las luces
Me toma de la mano y nos vamos de la sala
Los créditos siguen corriendo

Ignacio Rojas
Sirena lejana.
Una manta vieja y caliente.
Un perro... se arrastra.
Algo va mal.
Algo va mal.
El perro se arrastra.
Luces apagadas.
Un viento.
Oscuridad.
Dientes que sonríen.
Una lengua hinchada.
El perro se arrastra.
La cuenca gotea.
Enfermedad.
Calor.
Electricidad.
Alambre de espino.
Afilada.
Rojo desgarrándose.
Y retorciéndose.
Perros mojados.
Pies amoratados que corren.
Desgarros.
Arañazos.
Sangre negra y vieja.
Amarillenta
saliva.
Habitación oscura.
Ventana rota.
Desgarro verde.
Vinilo.
Cuchillo.
Sangre.
Arde.
Bombilla.
Piernas
alzadas.
Frío.

Rabbits David Lynch

jueves, 25 de marzo de 2010

Hoy y mañana

En cambio yo sigo el placer de tener lo mío, emprenderse en los pensamientos de cosas que no existen. Cambiarle el sentido a una cuchara, dejar de pensar en los tiempos remotos de una tarde de sopa. Mezclarse en el tiempo en lo que uno se demora en guiñarle a la mujer que viste en ese sueño.
Ser un cobarde, pensar que ser hombre pierde importancia, dejar que las manos suden cuando deban sudar. Marchar a paso lento, estático, que las hojas de otoño caigan más lento que el andar de unos zapatos nuevos en calles húmedas.
Dejar de pensar en aquel atardecer emotivo, romántico, creer que la belleza está en el tiempo que pasa, en lo que recorre la maratón de un caracol en llegar a una planta.
Dejar que se caiga la ciudad de legos de los nueve años. Vaciar el tabaco de la pipa del abuelo y fumar pétalos rojos.
Dormir... profundamente, a esa hora de tarde rojiza y despertar en esa mañana parecida a la tarde, tocar el pasto y pensar que ya es de mañana

El Alicurco

domingo, 21 de marzo de 2010

El eco en bototos

Qué me dicen de estos versos de campanas en lo alto de una iglesia a mediodía.
Se abren los miedos a medida que el eco de una marcha militar hace sonar su monótona melodía de bototos.
Sin redes de atrapa sueños en lo que cabe el diámetro de la cabeza, no se deja de escuchar el eco.
A medida que avanza parece acariciarte el cartílago suavemente, casi con gracia.
Cómo un violín desafinado por el frío de un invierno, un chirrido que rompe los dientes.
En sueños se navega lo que que se ve, pero ésta marcha se apronta a las entradas de las casas.
Duum-Duum Duum-Duum, parece un tambor rojo, pero hace recordar un tango lento, sonidos al mismo tiempo, sonidos que hacen retumbar la punta de la nariz y que aprieta la ingle.
Qué me dicen de estos versos de campanas en lo alto de una iglesia a mitad de día, de puertas y ventanas cerradas, una alfombra en la entrada de la casa que recita la ironía de una bienvenida falsa. Cabezas sordas a medianoche, un silencio externo, y el grito interno de la marcha por cada campanada.


El Alicurco

viernes, 19 de marzo de 2010

Ríete mujer, todos sufren igual que tú.
Deja de pensar, basta de masticar chicle desabrido en noches solas.
Suelta los tacones, camina descalza por la playa, deja sentir cristales de arena en los dedos, saborea la sal impregnada en tus brazos.
Vuelve a sentir que estás en un espacio lejos de murallas y espinas, deja de pensar en tu soledad.
Guarda en tu ropa interior sucia tu espejo, no te mires más.

El Alicurco

viernes, 19 de febrero de 2010

De seguro es amor

Se te ve bien esa bufanda blanca
Que bellas son las uñas de tus pies,
con ese color intenso rojo y con esos condoritos.
Pero no entiendo por qué siempre tan callada, no hablas con nadie
¿Por qué al caminar se te nota cierta tristeza?
Esa mirada inclinada hacia tu derecha te hace pensativa
O esos ojos al piso ¿Qué tienen de especiales las piedras?
¿Por que las recojes? ¿Se te parecen a alguien conocido?
Por cierto, me gusta ese polerón que usas, lo que te tapas
te hace ver más misteriosa.
Hay algo que hace tu poca importancia de las cosas en la gente.
Te sientes observada ahí leyendo tu diario, pero haces como que no te importa.
Nunca has contado si de verdad te importa, tampoco sé que te gusta.
Lo que te gusta no lo cuentas, lo sé porque te miro.
Y cómo te miro.
Parece como si me supiera tus movimientos, tus gestos, tus risas.
Pero no sé tus penas, tampoco los miedos
¿A que temes? ¿Qué tomas? ¿Qué quitas?
¿A qué te sabe un puñado de arena en la boca?
¿Por qué te gusta morder las conchas que deja el mar en la orilla?
Ahí va, la cucharada del merengue del pie de limón al café
¿Ves? Esa señora encuentra que es extraño lo que haces
Te lo digo porque nunca está por acá
¿No te molesta?
¿Me escuchas? Te estoy hablando...
Todo este tiempo
¿Por qué eres así? Casi nunca hablas, parece que no me escuchas
Te hago gestos, señales, pero nada.
Ahí tú y tu pie de limón con café reazucarado.
Bueno, me vas a dejar acá haciéndote preguntas, como siempre.
Si tan sólo pudieras moverte y pasarme la sal, o la pimienta
para mi desabrido pan tostado con queso.
Hasta podría ser el ketchup.
¡Por fin! al fin una mirada, corta, pero una mirada de intriga.
¿Y si te pido la sal? o mejor la pimienta.
No, la sal así te pregunto por qué me miraste con así.
¿Es tarde? ¡pero te quiero pedir la sal, se enfría mi pan con queso!
¡Pero miraste! quieres que te diga algo ¿tienes algo que hacer?
¡¿Ahora?! ¡¿ya?!
Bueno... te la pido mañana, por ahora voy a comer mi pan con queso desabrido.
Está frío...

lunes, 25 de enero de 2010

Pieza sin paredes

A veces triste, a veces nada, pocas veces con alegría, pero la mayoría del tiempo parece como si estuviera mirando el techo de la misma pieza.
Casi ninguna cama parece distinta de otra, tampoco las puertas, ni las ventanas, ni los peluches de las piezas, hasta esas pequeñas grietas de los muros se parecen unas de otras.
En realidad pareciera que cada casa se parece una de otra. A primera impresión se ven disitntas, basta con estar unos cinco minutos para darse cuenta de que al final... toda pieza se parece a otra.
No es un defecto, pero tampoco una virtud, es... una simple pieza y ya. Ningún objeto es mejor que otro, mi lámpara también ilumina, todas las lámparas lo hacen. Por eso son lámparas.
A veces la gente parece una pieza, crees que encontraste algo nuevo, como si tuviera algún mueble especial dentro de él. Bueno, ese mueble es tan parecido como cualquier otro. No importa la marca, tampoco si es de algodón, o de cuero, finalmente te encuentras con lo mismo. Un mueble.
No entiendo para que sirve ordenar las piezas, generalmente se desordena cuando la ordenas. Sabemos como es nuestra pieza, ordenarlas es equivalente a desordenarlas. No las ordenamos para nosotros, la ordenamos para la personas, para que cuando llegue la amiga de tu mamá no crea que su amiga tiene un hijo desordenado.
Ninguna madre quiere eso, pero aún así su orden no funciona. Si fuera así encontrarían las llaves de su auto extraviadas en su propia pieza, o encontrarían aquel vestido que usaron una vez para un matrimonio y al momento de llegar el segundo, no está.
Si fuera fácil vivir en una pieza ahogada en ropa, si tan sólo alguien viera distinto el polvo de mi pieza con la de otro. Si todos los días viernes no quedara la ropa sucia del colegio en una silla, y si aprediéramos a no vivir en vacaciones permanentes... probablemente imaginaríamos que no estamos en nuestra propia pieza, y que hay un intruso igual a tí en tu cama.