jueves, 25 de marzo de 2010

Hoy y mañana

En cambio yo sigo el placer de tener lo mío, emprenderse en los pensamientos de cosas que no existen. Cambiarle el sentido a una cuchara, dejar de pensar en los tiempos remotos de una tarde de sopa. Mezclarse en el tiempo en lo que uno se demora en guiñarle a la mujer que viste en ese sueño.
Ser un cobarde, pensar que ser hombre pierde importancia, dejar que las manos suden cuando deban sudar. Marchar a paso lento, estático, que las hojas de otoño caigan más lento que el andar de unos zapatos nuevos en calles húmedas.
Dejar de pensar en aquel atardecer emotivo, romántico, creer que la belleza está en el tiempo que pasa, en lo que recorre la maratón de un caracol en llegar a una planta.
Dejar que se caiga la ciudad de legos de los nueve años. Vaciar el tabaco de la pipa del abuelo y fumar pétalos rojos.
Dormir... profundamente, a esa hora de tarde rojiza y despertar en esa mañana parecida a la tarde, tocar el pasto y pensar que ya es de mañana

El Alicurco

No hay comentarios:

Publicar un comentario