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viernes, 30 de abril de 2010

Noche invertida

Una figura desteñida de un color impropio, unida a alguien a quién no conoce.
No es el dueño el que vive en un cuerpo extraterrestre, unida por sus pies, separada por la luz, y apagada por la penumbra.
Su incomprensión es este mundo desconocido, repleto de espejos coloridos y de transparencias y objetos toscos hacen que cambie de forma.
Se alarga cuando tratan de intensificarla a lo lejos, ve mejor por las noches, y casi se ausenta en las mañanas. Si se pone borrosa, es porque alguien se pone a escribir en una tarde solitaria de su pasado.
Si es vista, es porque alguien camina por una calle solitaria y se encuentra mirando el suelo. Si se ve irregular es porque alguien ya ha caminado antes que esa persona por una playa de luna llena.
El cuerpo de color impropio, desconocido por los espejos, con aires de pies que levantan tierra y mueven piedras. La que camina detrás de los pies, lejos de alguien a quién está aferrada, y cuando trata de parecerse a la distancia de las cabezas y a los cuerpos ajenos.
La que se encuentra en chistes de mundo, en encuentros y desencuentros con su amo invertido. Pero en esas noches invertidas de luz y zancudos en los faroles, es una copia invertida que danza en ángulos indefinibles a esas horas de la madrugada en una plaza fría.

El Alicurco

martes, 27 de abril de 2010

El contrato de una sombra

Contrato de cenizas encendido y quemado por un mismo par de pies.
Encogerse en una esquina escuchando pisadas de distintos zapatos.
Discriminar aquellos pies en la calle paralela, tratar de alargar las uñas de mis zapatos para poder estar junto a ella.
Sentir las mangas quemadas, retomar las cenizas del papel sin firma, tratar de no chocar con alguna pierna ajena.
Que firme con el aliento, con sus labios, me basta con su huella digital entintada en las cenizas.
Porque aunque sé y sabemos que yo firmé mis declaraciones en lo que ahora se lleva el viento, nunca sabremos si el contrato uniría nuestras firmas por siempre.
Ahora admite tú que tus pisadas huelen a suela quemada, que desde esta esquina y todo el largo de la otra calle huele a ti.
Y aun que te acuerdes de mis mangas tocadas por tus manos, no recordarás que ahora mismo se están quemando. Tampoco recordarás estas cenizas, ni estos pies, y tal vez tampoco esta calle, ni menos esta esquina.
Los ojos pesados, ardientes, con pupilas dilatadas y estas pestañas quemadas se niegan ceder la danza de lo que fueron alguna vez, una hoja de compromiso.

El Alicurco

sábado, 3 de abril de 2010

Operaciones de ensueño

Siento un extraño mareo, la puerta está abierta. Hay una mosca rondando, ya ha pasado varias vueltas por los restos de la sopa.
Aún me siento cansado cómo para seguir su vuelo, los párpados palpitan, la garganta pica, y mucho. Si pudiera rasgarla por dentro, ni tragando grandes cantidades de saliva puedo aliviar la comezón.
Un techo parecido, tal vez un blanco más puro. Debo darle una retocada al mío, huele a pollo y zapallo, enfermante zumbido, maldito haz de luz que me da en la punta de la nariz.
Ahora tengo sed, tengo los labios como partidos, los dientes cubiertos por saliva viscosa. Debo llevar mucho tiempo dormido, pero aun que no pueda saber bien donde estoy, y los ojos están fuera de órbita y la garganta me da una rabia asquerosa, no recuerdo nada.
Lo último fue... no lo recuerdo bien, es cómo cuando te duchas y el espejo queda borroso por el vapor del agua caliente. Algo así cómo una mano blanca, una guante debe haber sido. Pero algo me encandiló, algo brillante, un sonido metálico.

Continuará...

Me declaro

Declaro que soy hombre
Sigo sin palabras con sentido
Trabalenguas de domingos en familia
Erección de cabellos mojados
Duchas largas
Pensamientos cortos
El agua hierve
y se evapora
Olor a pies de bosque
Barro seco
Declaro mi odio a las personas
Cenizas en agua
Piscina sin cloro
Y pestañas quemadas
Parpadeo doble, grieta desfigurada
Niños jugando a la medianoche
Tragando áspera saliva... duermo
Declaro ser humano

El Alicurco