martes, 27 de abril de 2010

El contrato de una sombra

Contrato de cenizas encendido y quemado por un mismo par de pies.
Encogerse en una esquina escuchando pisadas de distintos zapatos.
Discriminar aquellos pies en la calle paralela, tratar de alargar las uñas de mis zapatos para poder estar junto a ella.
Sentir las mangas quemadas, retomar las cenizas del papel sin firma, tratar de no chocar con alguna pierna ajena.
Que firme con el aliento, con sus labios, me basta con su huella digital entintada en las cenizas.
Porque aunque sé y sabemos que yo firmé mis declaraciones en lo que ahora se lleva el viento, nunca sabremos si el contrato uniría nuestras firmas por siempre.
Ahora admite tú que tus pisadas huelen a suela quemada, que desde esta esquina y todo el largo de la otra calle huele a ti.
Y aun que te acuerdes de mis mangas tocadas por tus manos, no recordarás que ahora mismo se están quemando. Tampoco recordarás estas cenizas, ni estos pies, y tal vez tampoco esta calle, ni menos esta esquina.
Los ojos pesados, ardientes, con pupilas dilatadas y estas pestañas quemadas se niegan ceder la danza de lo que fueron alguna vez, una hoja de compromiso.

El Alicurco

No hay comentarios:

Publicar un comentario