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martes, 13 de diciembre de 2011

Retrato de una noche

El Cristo redentor, yo abajo y la estatua arriba, juntos por la distancia, todo gracias a la perspectiva. Al lado de esta, el Pan de Azúcar, montañoso, vista al mar, un atardecer. Abajo de esta otra, otra más de la montaña pero con Carla, mi ex pareja.
Sonriente en todas las fotos, jovial. Trajes de baños cortos, buen sexo.
Todas esas poses turísticas, tanta gente sacando las mismas fotos, filas y filas de gente encuadrando como si se repitiera, como si fuera un calco, la gente cambia. Ni siquiera, las sonrisas, la capacidad de capturar el instante, el segundo de apariencia, pese a que son todos los rostros distintos, clasificables, por alguna razón algo los une.
Cerré el álbum de fotografías, agarré mi champán y tuve la necesidad de tomarlo todo de un sorbazo. No estaba espumoso ¿Cuánto tiempo habré estado con las fotos? El sabor a masa de pan se sostenía en la parte áspera de la lengua.
Tanto estante lleno de libros, mis viejos siempre nostálgicos, con libros sin leer, acumuladores como hormigas. El otro día en este mismo estante encontré un diario del Mercurio del '66.
También estaban esos típicos libros que regalan a la familia, libros de cocina nunca leídos, libros que se compran en los viajes turísticos (tampoco leídos) para hojearlos y ver las mismas fotos que uno se saca en los parques y monumentos.
Tanta gente en la fiesta, casi todos unos viejos, elegantes, manteniendo su juventud en la vestimenta, el "arte" del buen vestir, el ser y el tener.
¿Qué pensarán del hijo del dueño de casa? Acá, chupando sólo. Debería ir y preguntarle al viejo de Armando si me puede dejar cerca de mi casa.
Guardo el álbum primero y voy. Tanta basura acumulada, algún día el estante va a colapsar, esa ordenada va a estar buena. Cuando por fin pude hacer un hueco para el famoso álbum, entre medio de las hojas plásticas, encontré un viejo libro de anatomía del cuerpo humano.
Nuevamente tuve necesidad de sacarlo. Inmediatamente reconocí el color de la portada, un fucsia aviejado, casi como si el mismo tiempo le hubiera otorgado un color propio, ajeno a cualquier gama y combinatoria. No recuerdo qué edad tenía cuando revisaba este libro, ¿De donde salió? ¿Quién lo compró y por qué?. Cuando lo abrí, sentí que mis manos fueron ajenas, como si tuvieran poco compromiso en ese momento, tan grandes, tan adultas, tan poco como las recordaba.
Sentía que me estaban mirando, desvié la mirada del libro y los ojos de una mujer un poco mayor que yo se desviaron hacia abajo. Hizo como si estuviera concentrada en su trago, un champán bien fresco, qué ganas de uno ahora.
El libro por supuesto estaba lleno de polvo, entre cada hoja se notaban los años de ausencia y de poca revisión. Salté toda las letras, las hojas en blanco con información, viejos mecanismos biológicos, análisis obsoletos, prácticamente un libro de existencia romántica y de poca utilidad científica.
Llegué al recuerdo mismo, hojas transparentes con estampados de la figura humana.
Funcionaban como capas, la primera hoja tenía el esqueleto, la segunda los músculos y la tercera el cuerpo completo (de más está adentrarse a describir el sistema nervioso, el sistema límbico y esas cosas).
Cuando vi el cuerpo femenino, sentí una cierta excitación inocente, como si fuese parte del erotismo infantil, un recuerdo de curiosidad. Las hojas no eran como las recordaba, había una especie de mal recuerdo ¿Un mal recuerdo o lo estoy viendo mal ahora?
La música me desconectó, parece que el reproductor no andaba bien, un CD rayado o algo así, volví a levantar la mirada, había menos gente. Aquella mujer seguía estando sola, parecía medio borracha en su soledad, con la mirada baja y poco acompañada. No la quise mirar mucho.
Escuchaba a mi viejo gritando, no entendía muy bien, parecía lejos la voz. Los gritos incrementaban, pero eran palabras indescifrables a mi distancia. Arranqué las hojas transparentes, aprovechando la atención que tenía la gente en la situación del griterío, por lo que pude hacer la maniobra con tranquilidad.
Mientras las guardaba en mi saco, me dirigí a la cocina por un champán. Abrí la heladera y saqué una botella cerrada. Lo bueno de estas botellas es que no se necesita de un saca corcho ni nada, es llegar y tomar. Me senté cerca del lavamanos, estaba bien helada, con un dulzor y un tamaño de burbujas ideal, refrescante después de estar rodeado de gente.
Gracias al vidrio detrás mío pude escuchar mejor el griterío, efectivamente era la voz de mi viejo, con su todo grave, melancólico y medio cascarrabias. Aparentemente mi vieja estaba borracha, ha de haber tomado más de la cuenta. Se fue a dormir y mi viejo no podía soportar que desapareciera de la fiesta.
Había cierta curiosidad, las fotos todavía estaban palpables en la frente, no su trazo, sino los colores resaltadores de la venas, las arterias, el rojo representado en los músculos, era en cierta manera revivir un lado muerto, o despertar un lado dormido si se quiere.
Miré por la ventana, justo daba hacia la portón de salida. Veía sombras moviéndose hacia fuera de la casa, la gente estaba yéndose de la fiesta, inferí nuevamente que mi viejo quiso cortar todo, mi hipótesis se corroboraba en la ausencia de música en el ambiente, por lo que no me quedaba duda alguna.
Con media botella en la mano, me dio un sueño terrible, me levanté del lugar, estaba medio ebrio, no había nadie. Sólo las copas a medio tomar, aperitivos sin comer, las sillas vacías y un silencio electrizante.
El viejo de Armando ha de haberse ido, ya no podía volver a mi casa, agarré uno de los cojines del living, por alguna razón saqué el cojín donde estuvo sentada la mujer de mirada solitaria. Me pesó el cuerpo entero, entré al baño. Sin prender la luz cerré la puerta, corrí las cortinas del baño medias húmedas, y me metí en la bañera. Pensar que hubo un tiempo en el que tenía suficiente espacio como para jugar en ella, pasar horas y horas hasta que la piel cediera en el agua, arrugando la piel de niño. Era fácil acomodar la cabeza en el cojín, me saqué los zapatos e hice un esfuerzo para sacarme el saco, tuve que inclinar el cuerpo hacia arriba y sacar los brazos sin golpearme con los bordes.
Quería usar el saco como una manta para pasar la noche, pero me encontré con las fotos nuevamente, no me iba a levantar para prender la luz, todavía tenía las imágenes en la frente, aparecían de vez en cuando. Saqué de todos modos las fotos, al momento de sacarlas, hubo un roce entre el saco, los filamentos mi mano y las hojas. Era el sonido del plástico, sonaban como si estuvieran adheridas magnéticamente, era un sonido en la oscuridad. De alguna manera hizo que mi cuerpo calzara justo en la bañera.

El Alicurco

domingo, 11 de diciembre de 2011

En el instante del día

Llovía.
No había ninguna luz prendida.
La entrada del departamento olía a humedad.
Un paraguas mal apoyado contra la pared
goteaba desde la punta.
Habían huellas de botas en el piso de madera,
y en la alfombra.
Alguien prendió un cigarrillo, el cenicero estaba usado.
El ventanal quedó abierto, las cortinas transparentes
se mecían al ritmo del viento.
La radio estaba prendida, parpadeaba cada 5 segundos,
su luz azuleja iluminaba un florero vacío.
Sólo se escuchaba un zumbido agudo y un eco.
Seguía lloviendo afuera del departamento.

El Alicurco

viernes, 28 de octubre de 2011

En verde seno

Sueñan los soñadores
Que tanta tierra extrae la boca del estómago
Tanta plantación en el camino de un sólo hombre
El que canta sólo en su jardín
Y tantos pasos sueña sin tierras ni soles
Canta el desarraigado, cosechando y desechando
Sueña con plantas sin raíces
El hombre que escupe en su tierra, el que vive volviendo
Canta el viento en la sien de los que siembran el verde de su espalda
De los que deambulan sin esperar despertar

El Alicurco

lunes, 12 de septiembre de 2011

La voz del concreto

Hace tanto tanto
Que la ciudad inunda el cielo
Que los vidrios nocturnos acarician círculos y destellos de luces
Reflejos de neón, que tiñen los rostros perdidos
Cables retorcidos se deslizan entre las calles por postes
Edificios erectos, que violan el Sol durante el día
Hace tanto tanto
Que la gente llora gris
Que el humo urbano emana dolores nostálgicos de idas
Que los trenes evaporan lágrimas
Y los aviones tartamudean vientos sin vuelta
Hace tanto, tanto
Que metales verticales y propagandas
Que ciegos y mantas
Que calles vacías
Y tanta, tanta ciudad

El Alicurco

jueves, 11 de agosto de 2011

Retrato, memoria

Se cayó la nitidez
del rostro de piel encuadrado
Pálida quedó, demasiado
casi incógnito sus ojos pasionales
En una mesa, en un rincón
a la vista de toda la casa
Un recuerdo roto, triste
En un fragmento de su cuerpo
En todo el blanco y el negro
Opacado por el tiempo
Inmortal en el recuerdo
Aquellos dos puntos negros
vigilantes, eternos
Se borran junto al peso
del tiempo y del cuerpo
Cayendo lo mundano
Y esa figura borrosa
latente de memoria
De la mía
Enmarcada ella
Aún mirándome
Aún mirándola
En lo que es casi
una pantalla en blanco

El Alicurco


domingo, 10 de julio de 2011

Bajo el dolor de las palmas

Duele, pese a ser piel muerta
y podría doler cualquier otra cosa.
Sin querer ser estigma, tanto dolió aquella escena
que quise enterrarla en el cuerpo.
¿Por qué las palmas?
Si no soy ningún Cristo.
Pasa que la lanza fue uña, y no fue enterrada en la costilla.
Casi por acto reflejo las cinco marcas en ambas ya estaban.
No era sangre y agua.
Fue la despedida entre ambos
Dolía más que el nudo intragable posado en la garganta
Pero tampoco era eso lo que más dolía.
Fue el peor dolor pasional que pudo pasar.
Se enfrió la sangre, porque no quise ver más.
Al rasgar aquellas acolchadas capas de grasa y piel,
el dolor pasó a un segundo plano.
Fue el momento en donde todo pensamiento y dolor corporal se detuvo,
supe que me acompañarías para toda la vida, en las manos.

El Alicurco

jueves, 2 de junio de 2011

Donde cae la ciudad

Hábitat ciega, gris
Punto de fuga sin rumbo
perdido en historias colectivas
en las peatonales
Donde la gente deja una angustia
en la última quemada del cigarrillo
ajustándose en una grieta de tiempo
cargado de pensamientos perdidos
El lineal movimiento urbano
funciona a un ritmo propio
configurado por seres individuales
pero en donde lo individual no existe
El hombre se hace hombre
cuando su figura destaca de la masa
y tiene tiempo de mirar aquellas colillas
que emanan sus últimas señales de nicotina
Son aquellos gases coloristas que tiñen el cielo
De autos, motos y cigarrillos
que hacen arder lo ojos
Como si esa angustia perteneciera a todos
Edificios de punta fría
hacen sombra al cielo
Sonidos metálicos rebotan
en las miles de ventanas opacas
En donde el sonido se vuelve mudo en las calles
de tanto insistir con la bocina
Porque el hombre deja de ser hombre
frente a su dimensión urbana
El hábitat se mueve
en su propia vuelta circular
Y el hombre está en el centro
de ese movimiento de calles

El Alicurco

domingo, 29 de mayo de 2011

Amando con viseras

Amantes en camino
sin andar
Se fueron en una carroza añeja
Sobre calles urbanas
En un caballo desambientado
Uno ideando al otro
Enfocados en su corto futuro, con los ojos parchados
Creyendo que la periferia no importa
Penetrando sus miradas prematuras, aislados
A lo largo del cemento
Edificios penumbrosos a la tarde
dejaron que las hojas secas perdieran su color
y el galopeo sin aliento
dejó una cerradura cerca de un semáforo rojo
Ella deja que sus labios se sequen
Él mira de costado
El caballo galopea con tres patas, dejando sonidos oxidados
Son ellos los que ciegan su propio paseo
La madera circular sigue girando, pese a la cerradura
que se quedó con la formación de la relación
y del caballo
Cuando por fin el semáforo se puso en verde

El Alicurco

domingo, 22 de mayo de 2011

Otoño olvidado

Niebla fría otoñal
En un parque colorido
Arrastre de pies, hojas secas se levantan
en el acto de un niño que juega
Caen, a su propia gravedad, a su propia forma
Con ésta luz que las destaca,
con toda la gama de colores existentes
Junto con la respiración agitada del creador de éste acto
el que hizo poesía en un juego
verde, café, amarillo, rojo
La neblina mojó las hojas
e hizo que la tierra emanara olores nostálgicos
aquellos penetrantes, que nos hacen recordar a éste niño
Que no importa nada, que todo es hojas que caen a la tierra
donde se mojan, donde hacen recordar
Donde recordar ya no importa
Sólo importa respirar y ver la respiración evaporada
en una mañana otoñal

El Alicurco

sábado, 14 de mayo de 2011

Autorretrato

Deja el teléfono sonando
Igual como dejaste lo más querido
Mírate, perdiste tu sombra infantil
¿Donde quedaron los besos de mejilla?
Dejaste de dar las manos
Y te confundes soñando la realidad
El miedo a vivir, al despertar
Amando como un niño perdido sin madre
¿A quién olvidaste?
Como si cada mañana fuese un sueño perdido
De amores no correspondidos
De risas enlatadas
Prefieres vivir alienado
Prefieres no contestar la llamada
Es por eso que te aborrezco
Pero también te amo
Cuelga
¿Donde estás?
A miles de kilómetros
¿De quién?
Te despertaste de la primera muerte
Y te fuiste, pequeño ángel
Mientras tu abuela tejía un chaleco blanco
pensando en que vivirías ésta vida
En tu cuerpo se posó un alma anciana
Angustiada por su cuerpo de niño
Abriendo tus ojos, los que ya no son tuyos
¿Escuchas?... contesta el teléfono
Puede ser la llamada de tu vida y te la estás perdiendo
Sabes quién soy, y de donde te llamo
Siempre sostienes lo que crees con firmeza
pero oscila en una confusión abismante
Que depende de tu felicidad o de tu depresión
Tanta suerte y tanta lágrima
Te importa quién te mira a toda hora
Yo te estoy mirando
No me importa, te perdono todo
Estoy contigo, aquí
Nunca me fui
Deja cuanto quieras el teléfono sonando
Deja el cable conectado
Si no fuera por él, no podrías vivir en esta tierra

El Alicurco

jueves, 5 de mayo de 2011

Óvulo lunar

Dos lunas se reflejaron
unidas en un sólo horizonte invisible
Donde las nubes colorearon ambos elementos
En un oscurecido anochecer devoto contrapuesto
por una claridad diurna anaranjada
Cayó una semilla en medio del horizonte
Retumbaron ondas en el vacío
Se expandió el primer tallo en un sólo punto de fuga
Salieron dos tallos
Una apuntando hacia el anochecer
otra hacia el amanecer
Extendiéndose a un ritmo peristáltico
haciendo uno el reflejo del otro
Abriéndose hacia la luna
formando un tronco unísono en ambas dimensiones
En un vaginal campo espacial
Complementando masculino con femenino
Las primeras dos ramas fueron un hombre
Ambos se movían al contrario del otro
Como un espejo
Creciendo desde dentro, como un feto
Hasta hacerse hombre
De su costilla salió la segunda ramificación
La mujer, creciendo desde el sexo
posándose en las piernas del hombre
Sellando un orgasmo cósmico
Gestando su múltiplo en hombres, y luego mujeres
Donde la fornicación crea ramas contrarias
por medio de orgasmos femeninos
Llegando a un punto de tope
En el cual las lunas comienzan a ser absorbidas por las ramas
opacando la luz lunar
Transformando el amanecer y el anochecer
en estados de luz y sombra
Las ramas humanas caen al agua desde ambos cielos contrapuestos
cayendo uniformemente en posición fetal
Mientas cae LA LUNA, rompiendo el espejo
En aguas infinitas, en donde el horizonte es una onda amorfa
Y los cielos se transforman en EL CIELO
Creando así, el óvulo primordial
que gesta, que crea
En forma de LUNA

Ignacio Hernán Rojas Vallejo

lunes, 25 de abril de 2011

Saudade marítima

Como el mar
Se pierde en la pupila
En la inmensidad del horizonte
Recuerdos castrados de brisas saladas
En la cresta de la ola
Dedos ancianos
Se pierden en la resaca
De mañanas alcohólicas
Por amores lejanos
Te miran esos ojos ciegos
De sirena ambulante
Y te niegas con cara de náufrago seco
Puñado de arena rocoso
Frío marítimo
En la saudade mañanera
Te mece una vez más
Por esos labios embarcados en otro barco
Y acuñados en el alma
El grito de la ola hizo llorar
al anciano que esperó la vida
sentado en la roca del primer beso
Mientras los peces rompen muertos en la costa
Botellas antiguas
chocan agudo después de la tormenta
En estos días en donde el mar
permanece nostálgico.

El Alicurco

lunes, 11 de abril de 2011

Pisos contrarios

El llanto seco
desde el techo
hizo eco en el vacío
Mientras una mano
rasguña la almohada
hasta rajar el algodón
El ahogo infantil
sucede a la par
con la penetración prematura
Y en el piso de arriba
la cuna se mece rabiosa
Abajo, la cama rechina
a un ritmo desconocido
En el umbral nocturno
de madrugadas chillonas

El Alicurco

lunes, 4 de abril de 2011

Por una muerte bien vivida

Siempre esperé a que la muerte tocara mi puerta
La esperaba con vino tinto
A eso de las doce de la mañana sentado en el living
Nunca llegaba
Me reí de tantos políticos y de religiosos para llamar su atención
Tomé mil riesgos para que se acercara a la entrada
Quería encararla
Nunca me importó su apariencia
Si fuese hombre o mujer
Quería que tocara mi puerta para tomarme una copa con ella
Hablar toda la mañana y noche hasta caer de borrachos
Pondría un tango en mi radio distorsionada
Y bailaría hasta la eternidad
Sería el Gardel de la noche
Pero llegó silenciosa en un sueño
La reconocí con una sonrisa
Sentí mis manos por última vez
Mis dedos, como si fuera un recién nacido
Junto con eso mis recuerdos
Pasaron tantas mujeres, tantas angustias y miedos
Que en este momento me son menos importantes que el papa
Prefiero imaginar a mis hijos, mi mujer, las amistades vivas y difuntas
Porque al final de la canción lo único que importa es el recuerdo vivo
Saber que todo lo que hice fue a mi manera
Y saber que esto termina acá
Con la puerta abierta y el vaso vacío
Me fui, al cabaret de los muertos
Nos vemos mañana

Ignacio Hernán Rojas Vallejo

domingo, 3 de abril de 2011

Canto carnicero

El cuchillo cae
Sudor que quema
Costillas de cordero
Longanizas convertidas en péndulos en tardes ventosas
Las ventanas sudan grasa
Un perro muerde su propia encía
Delantal blanco
Sangre coagulada
Calor húmedo
Un anciano se quita una costra del codo frente a la carnicería
La cabeza de cerdo mira un niño
El cuchillo cae
Las moscas frotan sus patas
La costra sale, el codo sangra
El perro come su propio diente
Las longanizas se detienen
Una gallina es degollada
El niño llora
El cuchillo cae
Las frentes sudan
Mujeres gordas con maquillaje corrido
Carne molida
El viejo lame su codo
Patas de gallina
El cuchillo cae
Vacas colgadas
El perro ladra
Cuchillo rojo

El Alicurco

miércoles, 16 de marzo de 2011

Cabarets de letras

Las letras pueden ser putas disfrazadas de intelectuales
Pueden escribir los mejores placeres para cualquier tipo de lector
La sintaxis puede ser igual de confusa que labios femeninos
Pueden redactar mentiras y orgasmos mayúsculos con brevedades parecidas al haiku
Ni hablar de caligrafías redondas y sensuales
Pueden dar erecciones lingüísticas a los analfabetos
Porque leer no es muy distinto a llevarse a una prostituta a la cama
Y comprender las letras es meterse a la mente de una mujer
Son tan sólo símbolos amorfos que se ligan con los labios
Se deslizan entre los dientes, escupen y nacen palabras conformadas por letras
Cada una con su propia forma y tamaño, con distinta actitud y personalidad
Cabarets de bocas, con filas largas de lectores afuera, esperando saciar su hambre
Nos hablan a través de los niños, de los travestidos, de los amigos, de los asesinos, de las esposas, de las amantes.
Palabras hay muchas, mujeres, también, letras muy pocas.

El Alicurco

viernes, 4 de marzo de 2011

Puerta sonriente

Ayer se posó una sonrisa afuera de mi puerta
Con los labios pintados en acuarelas
Y con dientes de publicidad dental
Balbuceó toda la tarde un tarareo
No tocó la puerta nunca
Estaba ahí, parada
Veía la sombra de sus pies sonrientes
No se iba nunca
¿Por qué no tocaba?
Puse mi oreja en la puerta de entrada
Escuchaba su sonrisa
Estaba ahí
Con toda la boca coloreada
Tarareando en la entrada de mi casa
Hasta el blanco de sus dientes oía
Se posó otra vez, en la noche
Sin mover los labios
De vez en cuando veía si todavía estaba
Podía sentirla, pero
¿Por qué no tocaba?

El Alicurco

domingo, 6 de febrero de 2011

Una vida de letras

Se queman sus lentes por ser un intelectual
Mientras se derrite el marco de plástico y rasguña el vidrio óptico con su mano izquierda
Porque seguía creyendo ser un intelectual
Su trabajo de imprenta sofisticada
Letra curva e inclinada hacia la derecha que demuestra cierta nostalgia y pesimismo
Fumando sus últimas palabras en el rojo del fuego
Desesperado por su piel irritada, y su lápiz sudoroso
Con el rostro endurecido de palabras que perdieron sentido desde los seis años
Nunca dejó de ser un hombre de traje verde, porque creía ser un intelectual
A estas horas de la mañana, escribiendo con manos veloces sus quemaduras
Mientras flamea su espalda, sus lentes y su letra
Con la goma de los zapatos esparcida en el piso de madera
Dando al mundo su cólera literaria, palabras de un hombre contra el mundo
Un hombre con lentes y traje verde, que vivió una vida apasionada junto al fuego
Ardiendo en la ceguera de vidrios rasguñados, de oraciones desordenadas, pero finas
En el papel de un intelectual que escribió sus últimas palabras con cenizas

El Alicurco

sábado, 29 de enero de 2011

Quimeras de cama

En unos segundos encontré mis pestañas encima tuyo, junto con un aire frío en la espalda que me obliga a sostenerte.
Hallé el relieve de tu piel, con los ojos encima de tus poros.
Y mientras suspiro futuros indeseables en tu hombro, susurro entre el lóbulo y el aro de tu oreja todo lo que no digo cuando tus ojos me vigilan.
Mientras cada minuto un haz de luz atraviesa la ventana y pareciera que nos busca entre las sábanas y la alfombra, yo miro tus uñas que reflejan el sol muy cerca de mi almohada. Y termino descubriendo nuestras extremidades inmersas en la humedad del rocío diurno.
Entre cuerpos desnudos no hay pudor mientras permanezcan los cuerpos juntos. A merced de la verdad que revelan los defectos corporales, y un perfecto instante para enamorarse de aquellos lunares únicos que formarán parte de la retina.
Perdido entre los pensamientos del instante, y con miedo a lo que podría venir en la ausencia entre dedos que no te hallan.
Porque esta quimera ardiente no se calla nunca, y aunque se rompa, seguirá ardiendo en un rincón, esperando flamear por las noches vagabundas de entrañas solitarias.
Es sabor a cenizas cuando en mañanas como éstas me pierdo en los pliegues de tus labios sedados en sueño, chocando los dientes y el aliento para dormir. Dejar de pensar qué aguarda cuando por fin te despiertes y te arropes con pudor.
Me doy cuenta de que el sonido metálico de la hélice del techo está funcionando. Circular, infinito, un circuito que seguirá repitiéndose por siempre.
Mientras apoyo mi cabeza en tus costillas, el devaneo giratorio penetra mis orejas, corroborando que tu piel sigue aquí, esperando en el silencio eléctrico las primeras palabras que me dirás.

El Alicurco