jueves, 3 de junio de 2010

Lo he perdido, señor

Y el niño sigue ahí, esperando
Sigue abandonado entre piernas y zapatos negros
Perdido en el frío del cemento
Asfixiado por el llanto y la rapidez de piernas que lo embisten
Zapatillas desabrochadas lo dejan en potencia de un golpe al piso
Pero sus gritos son perdidos por el gris
Sólo chillan las rejas de los portones
Con los ojos nublados de sombras ágiles
Sordo de los autos, preocupado de la mano que lo rescate
Con aliento de gasolina y cansado de piernas altas
Arrastrando sus zapatillas y cordones de herida
Siguiendo luces rojas cerca de las nubes
Esquivando lo que camine con maletas
Ignorando el parpadeo de las luces verdes
Ruedas congeladas al vapor de un freno
De un niño perdido, con zapatillas en el gris del piso
y cordones desabrochados
De bocinas distorsionadas en un eco
El sonido de las rejas vuelven a chillar,
por los gritos de las piernas altas,
en una tarde fría, de maletas y piernas, pero no de manos.

El Alicurco

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