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jueves, 16 de febrero de 2012

Entonces quiero sin la gravedad del amor

Mañana se apagará sin un previo verano
el otoño próximo que hará palpitar las hojas
que se apagan con el viento del sur
que susurran las ansias de caer
y de rodar contra el aire.
Marearse hasta vomitar de amor
contra la gravedad terráquea.
Las estaciones que callan el día esperado
una señal de consolación
que permiten calmar los nervios memoriales
de aquellos que aman primaveras
y veranos rencorosos.
De los que hablan desde su estación
y sin importar que los veranos sean grises
ni que los inviernos ardan.
Que nada cambia, ni el clima que nos rige.
La rutina de quererse estancado en la carne
del tiempo y del devenir de sus estaciones
que solo piensa en mujeres y groserías callejeras.
Mientras el loco creyendo caminar derecho
mantiene un paso circular geoide
por avenidas grises
que se sienten ajenas al cambio.
Y que tanto cambia la vida entre los que aman
y los que no
si tan sólo ha pasado que se aproxima nuevamente
el otoño.

El Alicurco

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